domingo, 16 de octubre de 2016

SI NO LO TIENES, MÁS LO QUIERES. PERO CUANDO LO TIENES, YA NO QUIERES.

Qué es lo que nos pasa que, entre más queremos a alguien parece que este se aleja cada vez más y más de nosotros, pero aun peor es que cuando por fin hemos conseguido gustarle a esa persona es como si se perdiera todo el encanto y de pronto nos comenzara a aburrir. Por qué el niño o niña que nos gusta siempre parece desaparecer del mapa una vez que le declaramos nuestro amor y sin embargo aquel del que ni siquiera notamos su existencia se la pasa esforzándose una y otra vez por tener nuestra atención. ¿En qué extraño universo nos encontramos que parece todo funcionar al revés?


Este comportamiento es más natural de lo que pudieras imaginar, es un extraño instinto oculto en cada uno de los hombres que habitan este planeta, tan normal que ni siquiera te das cuenta de que ahí está, oculto entre tu subconsciente. Lo hemos venido aplicado desde que el hombre tiene raciocinio, no obstante, muy pocos son los que se han puesto a analizar esta conducta, preguntándose el porqué de nuestra perdida de interés tan repentina en algo que solíamos anhelar hace apenas unos días antes.

Desde pequeños cuando queremos un juguete que no nos quieren comprar, hacemos cuantos berrinches y pataletas sean necesarios para tener nuestro juguete, pero ¿qué es lo que pasa cuando mamá por fin nos lo compra? Jugamos uno, dos, tres días con él y lo vetamos al cesto de los juguetes aburridos y así continuamos nuestro largo camino de la vida hasta que alguien más lo aplica en nosotros, es ahí cuando verdaderamente lo notas y comienzas a indagar en porque esa extraña persona que hace apenas unos días, cuando a ti no te interesaba en lo absoluto, parecía morirse por salir contigo y una vez que comienzan a salir de pronto el interés pasa de 1000 a 0.

Para explicar de una manera más visible esto, lo llamaremos el juego de la cacería. Imagina que eres un amante de la caza, un día sales con tus amigos al bosque y ¡lo consigues! Acabas de cazar al más grande y bello venado que pudieras soñar, se lo muestras a tus amigos como si fuera tu más valiosa posesión, lo colocas en la entrada de tu casa para que todos pudiesen verlo al entrar y no dejas de contarles a toda la historia de cómo fue que lo atrapaste, pero que pasaría si en lugar de cazarlo de pronto alguien un día tocara tu puerta y dejara el mismo venado en la entrada de la casa listo para que tú nada más lo colocases donde quisieras. ¿No tendrías ni la mitad de la satisfacción que tuviste en el primero de los casos, verdad? Ya que en el primer caso tú te esforzaste por conseguirlo, tuviste que pasar noches frías en el bosque, asechando a tu presa, haciendo mil malabares hasta que por fin lo conseguiste; esto es lo que te da la verdadera satisfacción, no es el objeto, si no el valor que tú le das a él.


Lo mismo sucede con las personas, aquel pobre individuo al que jamás presta atención, es el que siempre está al tanto de lo que haces o te sucede, ese al que le niegas una y otra vez las invitaciones a salir, pareciera que nunca se rinde, pues viéndolo analógicamente con la anécdota anterior, tú eres para él ese venado que espera cazar y al no tener ni un gramo de tu atención es como si su premio se volviera cada vez más valioso pues está invirtiendo más del tiempo y esfuerzo planeado en conseguirlo. Ahora viéndolo del lado contrario, ¿Qué es lo que pasa cuando el niño/a que nos gusta nos invita a salir y aceptamos? Todo parece ir bien unos días hasta que de pronto ¡PUM! se lo tragó la tierra, tú no has hecho nada mal, ni es que no hubiera química o algo por el estilo, simplemente el juego de la cacería nunca existió y alguien más le puso el venado en su puerta sin requerirle esfuerzo alguno; al tener lo que quería, que era una cita contigo, sencillamente su meta ya estaba cumplida, su objetivo se había concretado mucho antes de lo que había esperado y cuando apenas comenzaba a prepararse para jugar, el trofeo ya lo tenía en sus manos, ¿Qué de divertido tendría esto? ¿Por qué quedarme en un juego en donde sin jugar ya gané? Es aquí cuando el interés se pierde y el susodicho en cuestión suele ir en busca de un juego más retador que le requiera esfuerzo y lo haga pensar en cómo poder ganar.


Suena confuso y te preguntaras qué hacer al respecto, más sin embargo no hay nada que se pueda hacer ya que es una conducta que por instinto se efectúa sin pensarlo o planearlo. De seguro tú lo has hecho sin darte cuenta, pero no es hasta que tu estas en el lado contrarío cuando descubres este misterioso enigma humano.Qué es lo que nos pasa que, entre más queremos a alguien parece que este se aleja cada vez más y más de nosotros, pero aun peor es que cuando por fin hemos conseguido gustarle a esa persona es como si se perdiera todo el encanto y de pronto nos comenzara a aburrir. Por qué el niño o niña que nos gusta siempre parece desaparecer del mapa una vez que le declaramos nuestro amor y sin embargo aquel del que ni siquiera notamos su existencia se la pasa esforzándose una y otra vez por tener nuestra atención. ¿En qué extraño universo nos encontramos que parece todo funcionar al revés?

Este comportamiento es más natural de lo que pudieras imaginar, es un extraño instinto oculto en cada uno de los hombres que habitan este planeta, tan normal que ni siquiera te das cuenta de que ahí está, oculto entre tu subconsciente. Lo hemos venido aplicado desde que el hombre tiene raciocinio, no obstante, muy pocos son los que se han puesto a analizar esta conducta, preguntándose el porqué de nuestra perdida de interés tan repentina en algo que solíamos anhelar hace apenas unos días antes.

Desde pequeños cuando queremos un juguete que no nos quieren comprar, hacemos cuantos berrinches y pataletas sean necesarios para tener nuestro juguete, pero ¿qué es lo que pasa cuando mamá por fin nos lo compra? Jugamos uno, dos, tres días con él y lo vetamos al cesto de los juguetes aburridos y así continuamos nuestro largo camino de la vida hasta que alguien más lo aplica en nosotros, es ahí cuando verdaderamente lo notas y comienzas a indagar en porque esa extraña persona que hace apenas unos días, cuando a ti no te interesaba en lo absoluto, parecía morirse por salir contigo y una vez que comienzan a salir de pronto el interés pasa de 1000 a 0.

Para explicar de una manera más visible esto, lo llamaremos el juego de la cacería. Imagina que eres un amante de la caza, un día sales con tus amigos al bosque y ¡lo consigues! Acabas de cazar al más grande y bello venado que pudieras soñar, se lo muestras a tus amigos como si fuera tu más valiosa posesión, lo colocas en la entrada de tu casa para que todos pudiesen verlo al entrar y no dejas de contarles a toda la historia de cómo fue que lo atrapaste, pero que pasaría si en lugar de cazarlo de pronto alguien un día tocara tu puerta y dejara el mismo venado en la entrada de la casa listo para que tú nada más lo colocases donde quisieras. ¿No tendrías ni la mitad de la satisfacción que tuviste en el primero de los casos, verdad? Ya que en el primer caso tú te esforzaste por conseguirlo, tuviste que pasar noches frías en el bosque,
asechando a tu presa, haciendo mil malabares hasta que por fin lo conseguiste; esto es lo que te da la verdadera satisfacción, no es el objeto, si no el valor que tú le das a él.

Lo mismo sucede con las personas, aquel pobre individuo al que jamás presta atención, es el que siempre está al tanto de lo que haces o te sucede, ese al que le niegas una y otra vez las invitaciones a salir, pareciera que nunca se rinde, pues viéndolo analógicamente con la anécdota anterior, tú eres para él ese venado que espera cazar y al no tener ni un gramo de tu atención es como si su premio se volviera cada vez más valioso pues está invirtiendo más del tiempo y esfuerzo planeado en conseguirlo. Ahora viéndolo del lado contrario, ¿Qué es lo que pasa cuando el niño/a que nos gusta nos invita a salir y aceptamos? Todo parece ir bien unos días hasta que de pronto ¡PUM! se lo tragó la tierra, tú no has hecho nada mal, ni es que no hubiera química o algo por el estilo, simplemente el juego de la cacería nunca existió y alguien más le puso el venado en su puerta sin requerirle esfuerzo alguno; al tener lo que quería, que era una cita contigo, sencillamente su meta ya estaba cumplida, su objetivo se había concretado mucho antes de lo que había esperado y cuando apenas comenzaba a prepararse para jugar, el trofeo ya lo tenía en sus manos, ¿Qué de divertido tendría esto? ¿Por qué quedarme en un juego en donde sin jugar ya gané? Es aquí cuando el interés se pierde y el susodicho en cuestión suele ir en busca de un juego más retador que le requiera esfuerzo y lo haga pensar en cómo poder ganar.

Suena confuso y te preguntaras qué hacer al respecto, más sin embargo no hay nada que se pueda hacer ya que es una conducta que por instinto se efectúa sin pensarlo o planearlo. De seguro tú lo has hecho sin darte cuenta, pero no es hasta que tu estas en el lado contrarío cuando descubres este misterioso enigma humano.


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