Mi
Buen Fin
Resulta que mi amiga Chayo no está, entonces realmente
no tengo quórum para merodear[1]. En eso, recuerdo que en uno de mis grupos de Whatsapp se comentó que en Liverpool estaba recientemente entrando
la marca Chico’s. Cuando lo leí no lo tomé en cuenta, pero hace
tres semanas me sucedió algo con esa marca.
Resulta que con motivo de aniversario, en dicha tienda te daban boletos
de raspadito, con premios de monederos electrónicos y hasta coches y otros muchos
premios.
Fui un domingo antes de que comenzara la película
que íbamos a ver en Cinépolis y
resultó que a un lado del área de canje de boletos estaba una publicidad de más
de un metro de alta con una modelo que trae un saco sport, hermoso. Enseguida quise ver ese saco, pregunté de qué
marca era y me dicen que es de Chico’s. Ahí esa marca se posicionó en mi mente, ¡qué
bueno que en Torreón estén viniendo marcas buenas y conservadoras, sin que
tengan que decir Marc Jacobs y que
un vestido de se lleva 80 centímetros cuadrados de tela valga $4,000.00MXN,
como los vi en una ocasión en Cimaco. Últimamente ya no me he topado esa marca…
“gracias por participar”, como me dijeron todos los raspaditos de esa ocasión.
Ni tarda ni perezosa, pedí que me llevaran al lugar,
para comprar mi saco. La señorita que me atendió me dijo que inmediatamente se
habían agotado, que podía ver qué otras cosas me gustaban. Por supuesto que nada me vino en mente y no
compré nada. Lo que sí les dije es que
al menos había 5 carteles de dicha publicidad donde anunciaban el saco, que
mejor ya lo quitaran pues quienes lo queríamos saldríamos decepcionadas del
lugar, pues eso que estaban anunciando ya no existía.
El día de hoy, que es Buen Fin, se me vino a la mente aquél día del famoso saco. Terminando de comer me dispuse a ir a Liverpool, “a ver”. Como en mi casa nadie quiere comprar nada, le
hablé a mis vecinas y encantadas dijeron que ellas me acompañaban. Llegando a Galerías Laguna enfrentamos el primer problema: la cantidad de coches buscando estacionamiento. Nos
estacionamos en una orillita apenas disponible, pagué el boleto de
estacionamiento aprovechando que no había fila.
Vamos al área de Chico’s
dentro de Liverpool. Lo primero que vi fue a una señora alta y
delgada que llevaba un saco rojo con el cabello decolorado, a quien definitivamente
le cayó gordo que llegáramos, quién sabe por qué. Escogí de pasada una blusa rosa Punto Roma, que está a un lado de Chico’s. La blusa costaba $649.00MXN, “muy práctica”.
Me di cuenta que había un suéter largo, rojo, con
aplicaciones doradas, manga ¾ ($1,699.00MXN), que me volvió loca. A pesar de que ya tengo uno, siempre se
puede ofrecer otro, ya que mi color favorito es el rojo, me doy cuenta que
lo escogí TALLA 1. ¡Ah, caramba! Yo creo
que no soy TALLA 1 desde que tenía un año de edad. Me di cuenta que la numeración de esta marca
que me acababa de encantar va de la 00 hasta la 3. Y resulta que soy 1, ¡qué emoción! Escogí unos pantalones color palo de rosa en TALLA
2 ($1,299.00MXN) por si las moscas, uno se conoce. Después
una de mis vecinas me sugirió un suéter precioso, en blanco y negro con
aplicaciones muy simpáticas en las mangas ($1,150.00MXN), TALLA 1 por
supuesto. Un pantalón tipo pantalonera
color beige ($1,499.00), en Talla 2, una blusa roja con aplicaciones blancas en
TALLA 1 ($900.00MXN) ¡Y QUE ME ENCUENTRO EL SACO! Estaba que daba saltos de
gusto… pero había solamente las tallas 2 y 3.
“Bueno, como quiera el 2 me puede quedar”.
La señora de rojo me veía de reojo mientras le
reclamaba a la vendedora que estaba perdiendo mucho el tiempo, ¿sería que me
estaba haciendo caso con las prendas de ropa que estaba dispuesta a probarme?
No tardé en adivinar que definitivamente es menos conservadora de lo que se
supone que debería ser al andar escogiendo ropa ahí. Podía tener 15 años más que yo y ser mucho menos
conservadora. Sin mucho esfuerzo, la
volteé a ver porque anda con un saco rojo, pero me percaté de sus zapatos de
tacón de aguja que le quedan chicos y el cabello pintado de rubio, a fuerza porque
definitivamente no le iba, ¡quién me manda saber de estilos de vestuario!
Me metí al probador:
el suéter rosa de Punto Roma
me aumentaba fácilmente 5 kilos y, como realmente no los necesito, lo descarté:
$649.00MXN más en mis activos. El saco
de mis sueños me quedó muy grande, tendría que pagar extra por el arreglo, pero
lo dejé a un lado con un poco de esperanza.
El pantalón beige me quedó pintado:
parecía yo un bebé de 3 meses que le faltaba nada más la blusa rosa que
acababa de descartar para irme a la cuna a dormir. Adiós pantalón beige, bienvenidos $1,499.00MXN. El
suéter que me sugirió mi vecina me quedó bien, pero pensé que ya tenía un color
negro, el negro no es mi favorito. “Para
otra ocasión”. Bienvenidos también
$1,1,50.00MXN.
La blusa roja con manga blanca me quedó como si
fuera para mí, ya volveré a clases en enero y esa sí que me la voy a poner
($900.00MXN). El suéter largo me quedó
muy grande, a pesar de ser Talla 1 y me probé un Talla 0, que definitivamente
no me favoreció, otros $1,699.00MXN a 9 meses sin intereses que voy a poder
gastarme otra merodeada mejor.
Llego a la caja con la blusa roja y el pantalón palo
de rosa, en TALLA 2. Le pedí a la
señorita que me encargara el saco de mis sueños ($2,200.00MXN) y que me cobrara
las otras dos prendas. Saco muy
confiada mi American Express Aeroméxico,
cada vez estoy más cerca de Dubai, con kilómetros por supuesto. Me hace la cuenta: $900.00 + $2,200.00 +
$1,299.00 = $4,399.00, por supuesto que a 9 meses sin intereses son $488.78 por
mes, ¡quién los siente! Por favor… son compras fantasma, ni se ven… lo malo es
que 6 meses después, en medio del calorón se te siguen apareciendo en tu estado
de cuenta.
“Señora, por precio de introducción tenemos el 40%
de descuento inmediato, pagando dentro de dos meses”. Inmediatamente me doy cuenta que tengo que
pagar $2,639.00 pesos, eso significa que me llevo “gratis” la blusa roja y los
pantalones… prácticamente pagaré el saco y $439.00 más. Nunca he firmado un voucher tan contenta como hoy.
Me fijé en la leyenda de los recibos de las compras a crédito: viene, antes de tu firma, un pagaré con el
porcentaje de interés EN BLANCO y la fecha para cobrarlo EN BLANCO. Como la tienda tiene derecho a cobrarte
solamente el importe, que además paga la institución financiera, orgullosamente
taché la leyenda y firmé… ¡me ha servido estudiar!
[1] Chayo y yo bautizamos “merodear” al acto
de ir a un centro comercial y ver qué nos compramos, sin planear la compra.
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